viernes, 23 de enero de 2015

Testamento del Padre José María Velaz

"Estoy pensando en vosotros
en los que vendrán.

Estoy levantando escuelas y talleres
para una nueva juventud;
trazando caminos
para pasos que no serán los míos;
acumulando libros de arte,
llenos de esperanza;
porque la belleza
es la más grande mina de esperanza;
alistando maestros que os miren
como hijos,
pues seréis sus herederos;
 pensando flores
que alegren vuestras existencias
al perfumar nuestros corazones;
ordenando árboles
cuya piedad
podría cubrir mi tumba;
formando bosques
que se abrazarán a la montaña,
transformándola en santuario
de paz, de poder y de armonía.

Para vosotros, los que vendréis,
para los que no conozco pero amo,
para los que todavía no han nacido,
para la niña triste que no conoció el cariño,
para el huérfano
cuya universidad ha sido el desamparo,
para los que no tienen voz
que les defienda,
para los que nunca han visto
una casa donde habita el amor.

Del bosque salvaje, quiero hacer un parque donde los caminos y senderos
exploren el secreto
de las grandes arboledas;
desentrañen la palabra
que sólo pronuncia rumores,
gritos y quejidos lejanos;
que sepa comprender el lenguaje
del viento agudo,
o de la brisa tranquila;
que entiendan las voces profundas
de la calma y el silencio.

Quiero inventar
varias cabañas y refugios
de talante amigo,
donde la elocuente y tibia soledad
reciba a los recién llegados,
como hermanos,
y les enseñe a penetrar
en el bosque de sí mismos.

Anhelo integrar en un solo valor
la selva, los talleres y los libros,
los maestros y los consejeros, la fe, el paisaje y la oración,
los grandes proyectos del futuro
el arte, la esperanza y el amor.

¿Hasta dónde podrán volar
el ingenio, la ilusión y los anhelos?
Quisiera encontrar un heredero
de las grandes esperanzas,
que tenga la barrera
de la muerte
más lejos que yo,
para que se multipliquen los afanes,
crezcan los horizontes,
y se alarguen los latidos del ensueño;
para que del poder dormido
de esta tierra
brote un renuevo salvador.

La nieve de la altura refresca
mi enjambre ardido de proyectos,
rejuvenece la brisa
y su rumor
mi soledad.
En el arcano de este humilde papel,
en este momento pasajero,
dejo escondido el testamento
de mi impotente esfuerzo.
Quizá podrá encontrar
sus albaceas.
Quizá esa chispa llegue a incendio.
Es una semilla no más,
que busca la tierra,
la tierra de la multiplicación
en el morir primero..."

El Masparro, 31 de marzo de 1980

1 comentarios:

Guillermo Arevalo dijo...

Me encanta este testamento ya que es inspirador

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